viernes, 4 de septiembre de 2009

“When I am laid in earth”

Para los ansiosos, hoy me dió por escribir algo...y mira que a mí la ópera, en pequeñas dosis.

Los foreros antiguos saben de mi afición hacia ese gran genio que fue Henry Purcell, que sino es más conocido como uno de los grandes maestros de la música es por haber muerto joven, aunque Mozart murio joven, pero claro, Mozart es Mozart, y por ser inglés, lo cual ayuda mucho a su desconocimiento, con el enorme daño que se hizo en esas tierras a la música por asuntos religiosos, vamos, que en aquella época no era lo mismo nacer en Inglaterra que nacer en uno de esos reinos germánicos (ahora curiosamente es al revés).

Vamos, esta situación lamentable de la música inglesa la tenía él mismo tan clara, que aún siendo el compositor vivo más importante del reino, componía por afición cosas que sabía nunca se estrenarían, existiendo por tanto un compositor público, restringido por el corsé cultural que se le impuso a la música, y el músico privado.

De todos es conocido que la vida cultural inglesa de aquella época (segunda mitad del XVII), estaba centrada en el teatro...por tanto una de las salidas para el músico es unirse a ese mundillo, o tomar la parte teatral de la música, la ópera.

Una de sus más conocidas obras es la ópera “Dido y Eneas”, basada en la obra de Virgilio, en la que el exiliado troyano recala en Cartago, teniendo sus asuntillos amorosos con la reina Dido, pero claro, el hombre se termina yendo, al fin y al cabo su destino es fundar Roma, ¡faltaría más!

El aria a destacar es el climax dramático de la obra, el lamento de Dido “When I am laid in earth” (cuando yazca en la tierra), cuando Eneas marcha de Cartago, y Dido destrozada decide acabar con su vida. Todo perteneciente al final del tercer acto.



En esta sección se incluye el recitativo previo y el aria propiamente dicha.

Thy hand, Belinda, darkness shades me, (Recitativo)
on thy bosom let me rest,
more I would, but Death invades me,
Death is now a welcome guest.

When I am laid, am laid in earth, may my wrongs create (Aria)
no trouble, no trouble in thy breast,
remember me, but ah! forget my fate,
remember me, remember me, but ah! forget my fate.

Musicalmente es tipicamente barroco, con un bajo apoyando la melodía (igual que el bajo continuo de las polifonías barrocas), y no deja de ser una danza solemne a tres tiempos.
La voz blanca expresa esa angustia vital y junto al acompañamiento expresan con tal delicadeza la escena, que ni hace falta mirarla para imaginarlo...en eso se basa la música, es la capacidad del compositor de usar medios abstractos para crear imágenes mentales de la escena, una escena que es “realista” por ser teatral, pero que en periodos posteriores las escenas musicales se refieren a sentimientos en si mismos, sin escenas teatrales que las envuelvan.


Tu mano, Belinda, las sombras me envuelven,
en tu pecho (regazo) déjame descansar,
cuánto más quería, pero la muerte me invade,
la muerte es ahora un invitado bienvenido.
.
Cuándo yazca, yazca en la tierra, por favor, que mis errores no creen
preocupación, preocupación en tu pecho (alma),
recuerdame, pero ¡ah! olvida mi sino,
recuerdame, recuerdame, pero ¡ah! olvida mi sino.

Japonesada

Mononoke hime:


Sen to Chihiro no kamikakushi:

O mio babbino caro

jueves, 3 de septiembre de 2009

Cabezón

Dificultades musicales de los ciegos…

¿Sabéis lo realmente complicado que es interpretar a ciegas? cuando digo a ciegas me refiero a tocar sin dirección cuando esta es necesaria. Esto es algo que ultimamente sufro porque como ya comenté falleció el director de la coral en la que canto.

El papel de la dirección es esencial, hay que ver los movimientos, hay que verle los ojos a quién dirige, sentir la música como la siente esa persona...porque al final un coro es como el teclado de un piano, y los cantantes somos notas presionadas por quién dirige, que es el ejecutor.

¿Y dentro de esto cómo entra un ciego? sencillo, no entra, porque no se puede dirigir a un ciego cantando, porque si escucha siempre va tarde.

¿Soluciones?
El ciego debe aprenderse su melodía perfectamente y tener un control extremo del ritmo de lo que se va a interpretar, y el director debe ejecutar exactamente lo que sabe que el ciego va a interpretar...así el ciego no tiene que interpretar de oidas, siguiendo, sino yendo en paralelo...lo malo que tiene esto es que encorsetamos al elemento principal de la interpretación que es el director, y no se puede dejar llevar por el momento.
La otra opción es que sea el ciego quién dirija, con sus limitacion de no mirar a la gente, pero su propio cuerpo y en cierto acuerdo previo con los demás interpretes pueden hacer que esto sea posible.

Por contra, un ciego no tiene mayor problema para ser solista sin acompañamiento, porque el mismo se dirige.
Pudiera pensarse no poder ver la partitura es una limitación, pero en realidad hasta los videntes se aprenden las partituras, porque las partituras valen para aprender, pero en un concierto solo sirven para consultas sobre los demás, para entrar cuando corresponde, anda que qué malos conciertos se darían si los interpretes leyeran sus partituras.

Y aquí terminan las vueltas de mi razonamiento, un famoso músico ciego, Felix Antonio de Cabezón, aunque la música preclásica española no es muy conocida, pero Cabezón se salva bastante de esta quema, aunque mucho más Tomás Luis de Victoria.
Debió dársele bien, porque llegó a organista de la Catedral de Palencia (gran Catedral, por cierto) y músico de la Corte de Carlos I, y viajar por sus reinos, influyendo en la música europea, tanto que es conocido como el Bach español del siglo XVI (por eso de ser organista, como era J.S.).

Una obra, El canto llano del Caballero (no hay mucho en youtube, siento decir):



O uno de los fabordones (ni siquiera está completo):



Diferencias sobre la Gallarda Milanesa:







Estos compositores solían tomar temas populares cantados, y los adaptaban a música instrumental cortesana o sacra, y como se puede notar todos tienen forma de danza, porque en la Edad Media los cantos populares estaban irremediablemente unidos a las danzas, eso es ese algo especial que tiene la música renacentista y barroca.

Un saludo.

Nomadi

Because the night

Across the universe

lunes, 31 de agosto de 2009

Marcello

Concierto para oboe y cuerda en Re minor de Alessandro Marcelo:



Alessandro Marcelo fue un...estooo...la palabra correcta sería diletante, para los que no seamos filólogos:
Diletante en el DRAE (Del it. dilettante, que se deleita).
1. adj. Conocedor o aficionado a las artes, especialmente a la música. U. t. c. s.
2. adj. Que cultiva algún campo del saber, o se interesa por él, como aficionado y no como profesional. U. t. c. s. U. t. en sent. peyor.

Diletante en ambos sentidos a decir verdad, porque era matemático, físico, literato, pero en lo que fue más notable fue precisamente en la música.
Tenía el punto de vista, que un noble como él, e italiano (de Venecia) en una época en que la influencia renacentísta aún no había desaparecida (época barroca), debía ser el noble caballero culto, que cultivara las artes nobles...tanto es así que él despreciaba a los profesionales, aquello que fuera producto del dinero era despreciable, cosa que pasaba claro está con la generalidad de los músicos, que trabajaban para vivir.
Por tanto ¿su profesión? ser noble ¿su entretenimiento? todo lo demás, en su mayoría mediocre, salvo en el caso de la música.

Es contemporaneo del también veneciano Antonio Vivaldi, “el cura rojo”, al que se le compara muchas veces, y claro está, Vivaldi es incomparablemente mucho mejor compositor, pero eso no quita que Marcelo sea un buen compositor, e interesante. Este hecho en realidad lleva la contraria a la teoria de Marcelo, sobre que el arte por dinero es peor que el arte “por amor al arte”, valga la redundancia, porque Vivaldi fue un sacerdote que apenas celebró misas, sino que vivía de su arte, mientras el era un noble que se entretenía haciendo “cositas”.

El concierto en Re menor para Oboe y Cuerda es su obra más conocida, una típica obra barroca con su bajo continuo y sus contrapuntos barrocos.
El re menor es una tonalidad oscura, y normalmente suele verse como una representación de la tristeza, lo que en el segundo movimiento del concierto, el adagio, queda claro, aunque no siempre tiene porqué ser así, sino que queda como algo oscuro y serio, sin mayores implicaciones, como se vé en el primer movimiento.