Como lo prometido es deuda, una ración de Requiem.
Aunque la leyenda que se ha creado sobre Mozart es algo digno de ser estudiado seriamente, sobre todo después de la película que directamente le dejaba como un ser profundamente anormal, la verdad es que el personaje estaba para que le dieran unas cuantas sesiones de psicoanálisis en caso de haber coincidido con otro austriaco insigne como Sigmund Freud (que por cierto nació en 1856, y Mozart en 1756).
Sigamos con la leyenda, que dice que:
Cierto día a mediados de julio de 1791, se presentó en casa un desconocido, misterioso, vestido de gris, que rehusando identificarse, encargó a Mozart un requiem para ser entregado en el plazo de un mes, para lo que dio un adelanto de dinero, quedando el resto a pagar en la fecha de entrega.
Pero antes de ese plazo, Mozart tenía que viajar a Praga para componer una obra para el rey de Austria que iba a ser coronado rey de Hungría y Bohemia. Cuando Mozart iba a montarse en el carruaje para realizar el viaje a Praga, se presentó la inquietante figura gris preguntando por su requiem.
Mozart quedó sobrecogido por la situación, ya que estaba obsesionado con la idea de la muerte desde la de su padre, aparte él ya se encontraba bastante mal de salud (que fue lo que varios meses después acabó con su vida) y empezaba a sentirla cercana, además era miembro a de la francmasonería y estaba muy sensibilizado con los temas sobrenaturales , así que esta combinación le llevó a pensar que era la propia muerte la que le pagaba por crear un requiem para su propia misa de difuntos, que ya debía estar próxima.
La realidad es difícil de ver entre tanta leyenda que rodea a la vida de Mozart, pero podemos creer que la historia del encargo es cierta, porque se sabe que fue un empleado de un conde cuya mujer había muerto y quería el requiem para ser interpretado en la misa de difuntos de esta, pero quería que la gente creyera que la obra era suya (del conde), esa es la razón de tanto misterio.
El día en que Mozart se va a Praga, se entera el conde y piensa “Este hombre se va y me deja con el encargo sin hacer”, así que manda a su enigmático encargado a preguntar por lo suyo.
Y va Mozart con todos sus traumas e ideas extrañas metidas en la cabeza y le da por creer que es la muerte que resuella tras de si, y se obsesiona aún más por la muerte, por la suya.
Tanto es así que la obra que compone en Praga “La clemencia de Tito” no gustó ¿sería porque el buen hombre estaba pensando en otras cosas?
Sabemos que el encargo del conde no fue cumplido, porque a la muerte de Mozart el requiem estaba inconcluso.
No sabemos si el conde mandó a reclamar por el encargo, pero aunque lo hubiera hecho no habría recibido el adelanto, porque Mozart hacía tiempo que estaba totalmente en la ruina sin posibilidad de devolver nada (otra de las causas de su desesperación), y tampoco le convenía al conde airear mucho el asunto, porque podía saberse su proyecto de engañar sobre la autoría de la obra.
La obra como digo, quedó incompleta, habiendo sólo completado tres partes (Introito, Kyrie y Dies Irae), de las demás partes dejó incompleto el trabajo, la parte instrumental, los coros, los solistas, el órgano, imcompletos, sin unir. Mozart quiso dejar anotaciones, para que fuera terminado, a su discípulo Franz Xaver Süssmayer, pero estas tampoco las completó.
Süssmayer terminó la obra, rellenó la música allí donde faltaba, unió los elementos dispersos que le había dejado su maestro, compuso totalmente el Sanctus de la misa, y para el canto de comunión reexpuso el tema del Introito y el Kyrie (esto es muy común en las misas, que la melodía de varias partes es la misma, variando en ciertos detalles menores y en la letra del canto).
Ahora, a la pregunta ¿por qué el Confutatis del Requiem pone los pelos de punta? se puede responder:
- Emocionalmente a Mozart el Requiem le ponía los pelos de punta.
- Formalmente todo el Requiem está escrito en re menor, que es una tonalidad oscura, de pesar (otras obras en esta tonalidad que nos ponen los pelos de punta son la “Tocata y fuga en re menor” de J.S.Bach y la Novena Sinfonía de Beethoven).
- También formalmente, y particularmente el Confutatis es una contraposición, de una parte unas voces preponderantemente de hombre, veloces y cantando forte, hablando de rechazo, de maldición, de condenas en las llamas, y del otro las voces preponderantes de mujeres, pausadas y cantando pianisimo, hablando de suplicas y humildad, pidiendo protección eterna al Altísimo, y durante la pieza se producen mezclas, en forma de luchas entre los dos extremos de los fallecidos. Más al final parece vencer la parte de las súplicas a Diós, como resaltando que el bien vence, quizá que son más los que van al Cielo (o eso quería el agobiado Mozart). Este tema de la suplica a la bondad de Dios se repite por toda la obra, en especial en el Lacrimosa.
Esto último lo transmite la obra aunque ni sepamos lo que dicen las palabras que son cantadas, porque la música es intuitiva, crea sensaciones coincidentes con las palabras de los cantos, aunque ni las entendamos por problemas idiomáticos.
Recordando que el requiem no deja de ser una misa católica, y que por tanto tiene las partes de Kyrie, Sanctus, Benedictus y Agnus Dei, pero no Gloria, porque el Gloria sobra en una misa de difuntos por el caríz contradictorio, los enlaces son:
Tuba mirum:
Como la obra es larga, no me parecía bien poner la letra, pero sí voy a poner la letra del Confutatis, teniendo en cuenta que partes se repiten durante la pieza:
Confutatis maledictis,
flammis acribus addictis:
Voca me cum benedictis.
Oro supplex et acclinis,
cor contritum quasi cinis:
Gere curam mei finis.
Rechazados, malditos,
condenados a las crueles llamas
Llámame con los bienaventurados
Te ruego suplicante y humilde,
con el corazón hecho casi cenizas:
Qué me cuides en mi final.
Saludos.
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