martes, 4 de agosto de 2009

Julio Cesar

Vuelvo a admitir que la ópera no es lo mío, la prefiero en pequeñas dosis tomadas a gusto a base de cedeses en mi cadena de música sentado en un sillón y un bol de anacardos, pero he hablado de ópera antes, y no podía ser la última vez que lo hiciera.
Fue AntonioM quién hace un tiempo, cuándo andaba yo mal de tiempo, que comentara algo sobre Haendel y los castrati. De castrati ya he hablado, pero a ver que se me ocurre interesante para contar sobre óperas de Haendel.

Partamos de la base que Haendel es uno de los grandes, emigrante en un país que tiró por el retrete toda su tradición musical. Hablamos de una Inglaterra furibundamente protestante (bueno, protestantes a su manera), para los que la música coral, incluso la sacra es visto como algo católico, por tanto susceptible de ser eliminado. Esa es la causa de la inexistencia de Inglaterra musicalmente hasta finales del siglo XIX.
Pero era un país poderoso no sólo política sino económicamente hablando, sobre todo tras haber solucionado sus problemas dinásticos (problemas dinásticos de los que desciende la actual casa de Alba), y esas son buenas épocas para el desarrollo cultural.

En realidad este odio a la música es de caracter más bien inglés, porque en otras zonas protestantes no se dio, sólo hay que ver que J.S.Bach era luterano, y ahí estuvo. También hay que decir que esto también era algo más bien de cara a la sociedad, porque luego los potentados no faltaban de contratar músicos extranjeros para que fueran a tocarles, caso es el de Mozart, que de niño estuvo en Londres.
Haendel es otro caso, ya que se instaló y se nacionalizó inglés sólo porque su rey lo quiso. Y tuvo suerte, porque dentro de lo que cabe el pudo hacer cosas que ningún inglés podría haber hecho...si la cultura musical inglesa a esas altura no hubiese estado destrozada en aquel entonces, claro, cosa que ya estaba y jamás se hubiera dado el problema.

Entonces la música no, pero bien es sabido la tradición teatral que de existía en el país, eso sí era aceptado, los dramas de Shakespeare (fuera quién fiese el autor real) ya tenían más de un siglo en esta época.
Así que el teatro sí era aceptado, la música por si misma no era muy bien vista, pero la combinación de ambas, la ópera, si fue bien vista.
Pero claro, no cualquier tipo de ópera va bien, teniendo en cuenta los dramones a los que nos tiene acostumbrado Shakespeare, tenía que ser algo similar.

La siempre ha sido un género que ha dado lugar a enfrentamientos, está el enfrentamiento Verdi-Wagner, el enfrentamiento interpretes/cantantes-interpretes/actrices, y bueno en este caso está la Ópera italiana (u ópera seria) contra la Ópera bufa.

No hay un desprecio de calidad en los calificativos, porque vemos grandes óperas de Mozart que son ópera bufa, aunque también hizo ópera seria. La diferencia es temática, la italiana es un drama mientras que la bufa es cómica, y existe también una diferencia formal, la italiana es más estricta, mientras que la bufa se deja llevar más por la improvisación.
No merece la pena entrar a fondo en la estructura de una ópera italiana, ya que como en todo pueden existir sus variaciones por gusto del compositor, pero en resumen, su obertura, sus recitativos alternados con arias, esto durante tres actos y su epílogo final muchas veces en forma coral.
Todo esto muy al gusto inglés de la época, dramones profundos.
Haendel compuso unas pocas óperas italianas, la más destadada de ellas "Julio Cesar", sólo por el nombre se vislumbra un dramón en los idus de marzo, por cierto, obra que también Shakespeare escribió, aunque el libreto de la ópera es de Haym y no tiene que ver con la muerte del Cesar sino con su vida previa con Cleopatra.
En esta explosión de la ópera italiana es dónde se encuadra la época de oro de los castrados, ya que la óperas se componían pensando en ellos, interpretaban a los protagonistas, siempre sujetos valerosos. En este caso Julio Cesar era un castrado.

Esto nos lleva a pensar, que la música es claramente una cultura también sujeta a modas, y a situaciones técnicas muy limitativas, porque se sabe que los instrumentos de viento metálico no sonaban tan estridentes como los actuales, se ha perdido ese conocimiento en su forja, tampoco un piano es lo mismo que un clave, y ya no se castra a los niños para que mantengan su timbre agudo.
En realidad esta última dificultad se ha superado mediante muy complicadas técnicas vocales, que muy pocos tienen la capacidad física de adquirir, pero esto es algo relativamente reciente.
Durante mucho tiempo, siguieron existiendo castrados, el último no recuerdo ahora cuando fue, pero se le llegaron a hacer grabaciones fonográficas. Estos últimos castrados se caracterizaban por ser de una calidad terrible, ya que la tradición se había perdido, aparte de que la música barroca dejó de ser popular hasta mediados del siglo XX. Han pasado el clasicismo, romanticismo, nacionalismo, modernismos y todos pretenden acabar con sus predecesores, realmente la música antigua no ha alcanzado su unidad real, vista desde un prisma unitario, quiero decir, hasta la aparición de una música popular que lo ha copado todo y ha "enterrado" a todo lo previo. Así se han recuperado estas piezas de Haendel, dramas operísticos cantados por castrados (no sólo por ellos, evidentemente).













Aquí os dejo algunos trocitos selectos, con sus trocitos de contratenores, que parece que os gustan, pero no me pidaís la ópera entera, porque como ya he dicho, la ópera, no es lo mío.

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