miércoles, 17 de febrero de 2010

Canción de primavera.

Ya lo dija alguna vez, pero la música romántica no se basa en el romanticismo amoroso, sino en que hay cosas en la realidad no expresables mediante la razón, sino que se debe recurrir a la evocación de sentimientos para su expresión. Esto a nivel musical, que es el arte más abstracta, llega a su extremo más exagerado, porque la evocación en sí es algo básico en la música.

Evocaciones previas en música intentan ser "realistas", evocar objetos mediante la imitación de sus sonidos mediante sonidos y ritmos similares, pero en esta época la evocación se abstrae aún más, no se evoca cosas tangibles, sino directamente se evocan sensaciones, los sentimientos que se tienen al estar inmerso en la situación evocada, de forma que la música no es un fin en sí misma, sino un medio para sentir lo que se pretende mostrar.

De Felix Mendelssohn se puede decir que fue el mayor exponente romántico, y más en una Alemania en proceso de unificación, niño prodigio, de una familia de judíos conversos al cristianismo.

Ahora imaginemos, una película de cine mudo, el protagonista realiza cualquier tarea trivial, como por ejemplo estar simplmente sentado, pero de repente se aparece ELLA, es hermosa, dulce, recatada, y él se queda embobado, y suena esta música:



Llamado "Frühlingslied", o "Canción de primavera", del Opus 62, que es el quinto libro de la serie de libros Canciones sin palabras, una recopilación no exhaustiva de composiciones para piano solo que fue componiendo a lo largo de su no muy larga vida.

Existe una teoría sobre el origen de "Frühlingslied", que es la teoría británica, ya que desde joven Mendelssohn viajó por Europa para darse a conocer como el joven genio que era, y uno de los sitios que visito fue Gran Bretaña (y le tuvo que gustar porque compuso la sinfonía "Escocesa"). Allí, en Gran Bretaña el nombre de "Frühlingslied" es el de "Camberwell green", que es uno de esos jardines acotados tan conocidos que existen en Londres, al lado de dónde al parecer vivía una pariente suya.
Pensemos en Londres en aquella época, una ciudad enorme y gris, en la que el clima no suele acompañar, y para que un jardín luzca realmente tiene que ser en cuatro o cinco días contados a lo largo del año. Esa es la cualidad más brillante de la evocación, no nos expresa como es tal o cual cosa en tanto a su estado físico, sino que expresa la sensación de un momento fugaz, que igual si nosotros intentamos ver por nosotros mismos no veríamos porque tiene que suceder que esta situación suceda, la evocación recuerda cosas que son reales, pero que igual no lo son siempre que nosotros queremos que lo sean.

Un saludo.

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