sábado, 27 de junio de 2009

"Las bodas de Fígaro".

Creo recordar que ya hablé por aquí de Fígaro una vez, en referencia a la ópera de Rossini, “El Barbero de Sevilla”, una de las tres partes de la trilogía de libretos teatrales de Pierre de Beaumarchais sobre Fígaro.

Argumentalmente las obras se ordenan en “El barbero de Sevilla”, “Las bodas de Fígaro” y “La madre culpable”, pero su adaptación operística no fue muy particular.

El primero en fijarse en los libretos fue Goivanni Paisiello, que compuso “El barbero de Sevilla” en 1782, pero sinceramente, esta es una obra de la que nadie se acuerda, porque fue eclipsada a posteriori por el otro Barbero, tanto es así que el orden usual considerado es que en 1786 Mozart lleva a cado “Las bodas de Fígaro”, luego en 1816 Gioacchino Rossini compone “El barbero de Sevilla” (que es la que ha quedado para la posteridad de hecho), y en 1966 se termina la trilogía con la ópera “La madre culpable” de Darius Milhaud (que no me pregunten sobre esta ópera, porque no tengo ni idea de como es).

Queda en evidencia que las obras son reinterpretables, hasta que llega un genio y crea tal obra que nadie se vuelve atrever con ella, eso se ve en que “Las bodas de Fígaro” la compuso Mozart y nadie quiere quedar a la sombra de un genio, y se ve también en “El barbero de Sevilla”, en la que se hace una obra que gustaría en su tiempo más o menos, pero que la versión posterior de otro compositor genial, aplasta literalmente la previa y nadie se vuelve a atrever con ella.

Quedaba la oportunidad de “La madre culpable” ¿pero a ver quién tenía las gónadas de meterle mano a ese libreto con las dos cosas previas que tenía para comparar? vamos a ver, grandes operistas ¿Wagner? no, ese estaba más bien preocupado en sus rollos románticos celtico-germánicos, como para meterse en una obra “española” ¿Verdi? tres cuartos de lo mismo, pero en nacionalista italiano, y no convenía remover la españolidad en la época de la reunificación italiana, con el fantasma siempre presente de las Dos Sicilias.
Así que al final pasan estas cosas, que llega una persona que le pone narices y decide terminar la trilogía...y cómo en casi todas las obras contemporanea, con poquísima repercusión.

A lo que iba, que me lío, la vez anterior hablamos de “El barbero de Sevilla” de Rossini, pues en está toca “Las bodas de Fígaro” de Mozart, para dar una continuidad a la historia (si me animo, estudio buscar fuentes para terminar la trilogía, pero dudo que existan esas fuentes).

Esta es una obra curiosa, porque no es consecuencia de un encargo, como era lo común en la época, sino que esto es una obra empresarial común entre Mozart y el adaptador del libreto teatral Lorenzo da Ponte, con un gran riesgo económico, ya que la obra teatral de Beaumarchais estaba prohibida en el Imperio Austriaco, este asunto fue el que tuvo que superar Lorenzo da Ponte, adaptando el texto original para quitarle toda referencia política y dejarlo en una comedia sin más.
Da Ponte aparte acortó el libreto de cinco actos a cuatro, y adaptó el texto a poesía italiana...curioso, tenemos una obra sobre un tema español, escrita en frances, adaptada al italiano, para que la escucharan germanoparlantes, toma ya.

La historia es una historia de amorios cruzados, lo que actualmente sería un vodevil, con malentendidos, mentiras y gente que se disfraza y se esconde en armarios o detrás de la puerta...Fígaro se quiere casar con Susana, pero el Conde de Almaviva, el patrón de Fígaro, desea acostarse con Susana, aunque públicamente dice que renuncia a su derecho de pernada si ambos se casan.
A la vez, resulta que aparece el doctor Bartolo con Marcelina, exigiendo un acuerdo por el cual Fígaro debe casarse con Marcelina o pagar un dinero, cosa de la que se entera Susana.
Pero es que a la vez, resulta que Cherubino, el paje del Conde tiene apetencias sobre la Condesa.
Y mientras, la condesa lamenta las infidelidades de su esposo, quiere organizar alguna treta para ponerle celoso.
Un juez exige el cumplimiento del acuerdo entre Fígaro y Marcelina, que pague o se case, pero el no puede pagar porque no tiene el dinero, y tampoco puede casarse aduciendo que en realidad necesita la autorización de sus padres, porque en realidad el es noble, hijo de unos padres desconocidos, ya que de niño le raptaron unos bandidos, y como prueba, muestra una marca que tiene en el brazo. En ese momento, Marcelina reconoce a Fígaro como su hijo perdido al poco de nacer, por lo tanto Bartolo es su padre (Bartolo y Marcelina son pareja aun sin estar casados), y el contrato queda anulado al no poder casarse.
Madre e hijo se abrazan, y en ese momento llega Susana, que se enfada al ver la situación, creyendo que Fígaro se va con la otra, cosa que Marcelina intenta explicarle.
Se celebra una boda doble, entre Fígaro y Susana y entre Bartolo y Marcelina, pero por detrás siguen pasando cosas, como que la Condesa quiere enredar al Conde, así que junto a Susana monta un plan, que consiste en que Susana le de una carta al Conda concertando una cita, a la que acudira la Condesa disfrazada de Susana (por tanto se intercambian los trajes), pero Fígaro intercepta al correo que lleva de vuelta la carta a Susana, y como no sabe nada del plan, cree que Susana va a tener una cita con el Conde a sus espaldas, así que llama a sus amigos y protestando sobre la infidelidad de las mujeres, van a espiar el encuentro.
Bueno, el encuentro, tremendo momento, es que unos van engañados, otros van errados y otras creyendo saber, no saben la que se avecina.
A ver, despacito que esto es un lío. En la situación inicial, está la Condesa disfrazada de Susana, y en ese momento llega Cherubino, que le reconoce como Condesa, y se acerca enfervorecido a darle un beso, pero justo que entra el Conde al ver a la que cree Susana, y es él quién recibe el beso, que en venganza va a darle una torta a Cherubino, pero en ese momento Fígaro se acerca a ver que pasa y es él quién recibe la torta, que en venganza se acerca a Susana pensando que es la Condesa y empieza a cortejarla, pero cuando le reconoce como Susana empieza declararle sinceramente su amor (ya que comprende que todo es una estratagema), pero Susana se enfada porque no se da cuenta que Fígaro le ha reconocido y piensa que Fígaro está confesando su amor a la Condesa, pero luego se da cuenta y ambos se abrazan, situación que ve el Conde, que se enfurece pensando que Fígaro y la Condesa están haciendo de tortolitos delante de sus narices.
Al final todo se descubre, el Conde pide perdón a la Condesa y esta decide organizar una fiesta.

Vamos, que la obra por su temática y desarrollo, es una obra divertida, de veras.

El enlace que voy a poner es la obertura de la ópera:



Saludos.

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